Hace algunos años cuando alguien iba al médico, a veces estaba más preocupado por el tema de las restricciones que iban a tener, de acuerdo al diagnóstico que el catedrático dictaminaba. Por ejemplo, una persona con un poco de sobrepeso, más que nada acostumbrado a ceder a los placeres que provee un buen vaso de vino, un rico asado y ni hablemos de los deliciosos fiambres. Todo eso quedaba vedado, pero eso es cosa del pasado. Ahora contamos con un nuevo aliado, que dejo el bando de las cosas que nos hacían mal y que se corona como el rey de todo lo que nos hace bien: el vino tinto.
Tal vez en un principio haya resultado mas que extraño, ya que la concepción antigua es que el alcohol que el vino contiene es mas que perjudicial para la salud, mas si a eso le sumamos los grandes accidentes que le son atribuidos, pero aquí vamos a tratar de develar la realidad. Los estudios dicen que el alcohol aumenta el nivel de las lipoproteínas de alta densidad (HDL), que son buenas para el corazón. Pero aunque el alcohol en general disminuye el riesgo de enfermedades del corazón y arterias, el alcohol que encontramos en el vino tinto es el mejor. ¿Y por que? Bien, por la sencilla razón de que el vino tinto tiene polifenoles y flavonoides. Estos serían los compuestos que le dan ese poder antioxidante que lo hace tan especial. Los investigadores creen que los flavonoides, presentan características muy útiles, como ser que hacen más inofensivo el colesterol LDL impidiendo su oxidación, evitan que las plaquetas de la sangre se aglutinen formando coágulos y disminuyen de manera considerable las inflamaciones.
¿Que son los flavonoides y donde se encuentran? Flavonoides es un término genérico con que se identifica a una serie de metabolitos secundarios de las plantas. En las uvas, los flavonoides se concentran en la piel (u hollejo). Al momento de elaborar el vino tinto, el hollejo se infusiona con el jugo recién exprimido de las uvas. En contraste, en el vino blanco, el hollejo es removido. Como resultado el vino tinto tiene niveles más altos de flavonoides que el vino blanco, lo que lo hace un mejor "remedio".
Está comprobado que cuando el colesterol malo (o colesterol LDL -lipoproteína de baja densidad-, causante de enfermedades como bloqueo de arterias y el caso que nos ocupa, enfermedades del corazón) se oxida, mediante los mecanismos de oxidación naturales del organismo se promueve el desarrollo de enfermedades cardíacas. La reducción del riesgo es de aproximadamente el 44% entre los bebedores de una a dos copas por día con relación a los no bebedores. Cabe aclarar que por bebedores me refiero a aquellas personas que beben una o dos copas de vino por día; por consecuente, elevar a mas esa cifra aumentaría el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
El consumo moderado de vino ayuda en la prevención, pero hay que tener en cuenta que no todos los vinos tienen el mismo poder contra la oxidación del colesterol malo. Un estudio publicado en el Journal of Agricultural and Food Chemistry, en el cual un equipo dirigido por el investigador Edwin Frankel analizó 14 vinos tintos y 6 blancos de California, concluyó que los tintos tienen mayor poder antioxidante que los blancos, en especial los de las variedades como el Cabernet Sauvignon, el Merlot, el Malbec, el Syrah y el Pinot Noir. Los vinos los tintos inhiben entre el 46 y el 100 por ciento la oxidación del colesterol, mientras que los blancos sólo lo hacen entre el 3 y el 6 por ciento.
Así que ahora no queda más que para perpetuar la salud, una o dos copas de un excelente vino tinto, nos puede ayudar a mantener las arterias más limpias, nuestro colesterol más controlado y nuestro corazón más sano.
Nunca esto estuvo mejor dicho: ¡Salud!

